«Ya sé que el límite es 60, pero qué culpa si este carro llega a 120». me lo dijeron una vez.
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¿En serio quieren volar en sus autitos sin que esto tenga repercusión en su vida y, lo que es peor, en la vida del resto de la humanidad? Las señales de límites de velocidad, sobre la autopista, por ejemplo, son solo adornos, porque cuando pueden meter acelerador, no hay señal que valga. Y ya sabemos dónde ocurren la mayor parte de los siniestros viales. Y, por estos lares, ocurren en la autopista que une Bucaramanga - Floridablanca y Piedecuesta.
El asunto con las fotomultas, que es noticia hoy en Floridablanca, es pillar excesos de velocidad y libre aparcamiento. Y, quien respeta los limites de velocidad, y no deja el carro donde sea, pues nada teme. ¿No? "Me parece bien que el carro de fotomultas no persiga conductores", me dice un amigo con carro (y también ciclista, de badana, pero ciclista). Y, ¿a quién persigue? ¿A quien excede velocidades o aparca donde compra el pan? #WhoKnows Saber dónde están los carros de fotomultas o las cámaras, es advertir a cada infractor en potencia que "pilas ahí, mosca mijo, que lo pillan". Y, aún así, siguen los excesos de velocidad, aunque es legal (y obligatorio) que se advierta de dichas presencias (el ojo que vigila). En el mejor de los escenarios esto sirve para educar. Educar en la vía. Educar con el castigo (la multa, el cepo, la foto). Educar.
Esta es la semana de la seguridad vial, en Bogotá. En la cuenta en Twitter de la ANSV han dicho hasta la saciedad que a mayor velocidad, mayor es la gravedad del siniestro y menor la probabilidad de sobrevivir. También dicen que hay que bajarle la velocidad a las vías para que la gente regrese viva a su casa. También dicen que la velocidad mata personas y que es responsabilidad de quienes conducen reducir la velocidad. Y que mueren mas personas mientras se movilizan, que en la guerra.
Mejor dicho, que bajarle la velocidad al carro depende de ud, y cada quien se gobierna. Un poquito de sentido común, de conocimiento de causa, de reconocer vida en quien comparte conmigo la vía (vaya reflexión, reconocernos en la vulnerabilidad y en la fragilidad del cuerpo de quien va a mi lado), es suficiente para autocontrolarse y bajarle al odómetro.
Finalmente, que ese asunto de las fotomultas se preste para menesteres de corrupción, eso es otra voz. Y pues sí, también hay que vigilar esos excesos por parte de las administraciones de movilidad.
Foto tomada de Vanguardia.com
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