Un grupo de mujeres
que usan la bicicleta como medio de transporte es una respuesta y un reto para
las dinámicas de movilidad en la ciudad y es también un desafío en el cambio
social y en los roles de la mujer.
Sudar,
despeinarse, cuidar el maquillaje, soportar el cansancio propio de las cuestas,
el calor, el frío, la lluvia, el vestido, la falda, los tacones, superar el
miedo, mantener el estatus, el qué dirán… Todos y cada uno de estos prejuicios
son simples excusas plenamente superadas cuando son ellas, las Mujeres Bici-bles, quienes toman la
decisión de usar la bicicleta como medio de transporte y suman esfuerzos con
otros colectivos de chicas empoderadas con esta alternativa de movilidad: la
bicicleta.
Grandes
transformaciones sociales han tenido que ver con el uso de la bicicleta como
medio de transporte. Por ejemplo, la lucha por la igualdad de los derechos de
hombres y mujeres y la emancipación femenina.
Los 3 minutos
obligados de historia
Soñada
en el Renacimiento, inventada a finales del siglo XVIII, perfeccionada en el
XIX y muy usada desde el siglo XX, la bicicleta (otrora velocípedo) ha sido y
es el símbolo que representó la necesidad de cambios sociales y la lucha de las
mujeres por el derecho al voto y tuvo una fuerte incidencia en la historia de
la emancipación femenina (finales del siglo XIX), por ser el primer vehículo al
que ellas accedieron y que, además, les proporcionaba una libertad de
movimiento mayor que cualesquiera otras formas de transporte.
Sin embargo, no fue nada fácil para las mujeres de la época
usar la bicicleta por varias razones. Además de ser ridiculizadas y señaladas
por una sociedad machista al hacerlo, también se llegó a creer que usarla podía
causar daños físicos, como esterilización, caída del útero y hasta aborto y,
morales, porque inducía a la depravación por generar excitación sexual[1] y
perjudicar la unidad familiar al permitir que una mujer desertara del hogar y
se moviera por su cuenta.
No obstante, un evento determinante para el uso de la
bicicleta fue su evolución tecnológica, especialmente el desarrollo de la
cadena y el uso de llantas de igual tamaño (finales de 1870) disminuyó el
esfuerzo del pedaleo, permitió mayor seguridad de circulación y le dio al
velocípedo un diseño más rápido, estable y que, hoy día, es la base para el
diseño de bicicletas. Todos estos factores hicieron de la bicicleta una máquina
al alcance de todos, incluyendo a las mujeres.
La
bicicleta, entonces, le permitió a las mujeres conquistar la autonomía
necesaria para viajar libres, sin depender de un compañero, alcanzar distancias
mayores a las de su localidad, conocer otros paisajes, tener conocimiento de su
cuerpo y apoderarse de la bici como una
herramienta de alto poder personal y político.
Annie
Cohen en 1894, una mujer inmigrante judía lituaniana con tres hijos, fue la
primera mujer en recorrer el mundo en su bici y, en ese periplo, ganar 10 mil
dólares[2]. Dos años más tarde, Susan
B. Anthony, líder feminista norteamericana y también ciclista urbana, dijo en
una entrevista para el NewYork Sunday World: “la
bicicleta es el objeto que más ha contribuido a la emancipación de la mujer que
otra cosa en el mundo. Le da a la mujer la sensación de libertad y seguridad en
sí misma. Cada vez que veo una mujer manejando una bicicleta me alegro, porque
es la imagen de la libertad”[3].
Sin embargo, el desafío social que provocó el uso de la
bicicleta como medio de transporte también implicó un cambio en la vestimenta
de las mujeres, por ser incómoda para el pedaleo. Las largas faldas victorianas
se convirtieron en pantalones-pollera o bloomer, se liberaron del opresivo
corsé, algunas dejaron atrás los vestidos y llegaron a usar ropa de hombre,
todo con el objetivo de encontrar los atuendos apropiados para la movilidad de
su cuerpo.
Así fue como esa “nueva mujer”, porque así fue llamada, con
cambios en su indumentaria, con la posibilidad de recorrer grandes distancias
en bicicleta y de encontrar otras opciones de vida además de ser esposa y madre
de alguien, se vieron como igual ante los hombres, transformaron los roles de ellas
en la sociedad y provocaron, en el escenario público, un verdadero desafío
social y un compromiso con sus derechos.
La bicicleta, entonces, fue el vehículo de cambio y de
transformación para las mujeres y, por encima de toda la vulnerabilidad en sus
derechos políticos, económicos y sociales de la época, alcanzaron la
emancipación subidas en una bicicleta. María Pognon, presidenta de la Liga
Francesa de Derechos de la Mujer, afirmó que “la bicicleta era un instrumento
igualitario y nivelador que ayuda a liberar a las mujeres”[4]. Y decía su compañera de lucha,
Elizabeth Stanton, “las mujeres
viajamos, pedaleando, hacia el derecho de voto”[5].
En el libro, “A wheel within a wheel: how
I learned to ride the bicycle”, publicado en 1885 en Estados Unidos, la
sufragista Frances Willard y defensora de los derechos igualitarios de la mujer
invitó a las mujeres de la época a superar las barreras sociales[6] y a
hacer de todo, Do everything, como lo señalaba su famoso slogan. Las motivó,
entonces, a que se involucraran con prácticas que desafiaron el modelo de los
roles de la mujer y a usar la bicicleta como una manifestación política de
libertad.
El caso de
Bucaramanga
En
Bucaramanga, en general, la bicicleta está prohibida. Basta con hacer
inventario de las más de cincuenta señalizaciones que prohíben su uso. Sin
embargo, en el papel, no está prohibida y, al parecer, hay rubros destinados a
garantizar su circulación. También pasa que en Bucaramanga la bicicleta es
usada, en su mayoría, como vehículo recreativo y deportivo, en ciclopaseos y
pedaleadas, como un plan de divertimento. Pocos la usan como alternativa de movilidad
y forma de vida. Sin embargo, algo está cambiando.
La
buena noticia es que hay cada vez más personas que la usan para ir al trabajo,
para ir al estudio, para la cotidianidad. Y, lo mejor, es que cada vez se ven
más mujeres encontrando su autonomía y libertad en una bicicleta, en la calle,
pedaleando a sus lugares de estudio, especialmente.
La
bicicleta es un tablero, una esfera, un mandala, una forma de organización no
jerárquica, un sistema de correspondencias, dos ruedas vivas. El pensar de un
ciclistas es pedalear y su pasar es pedale-arte, porque la bicicleta es una
tecnología revolucionaria y el que la entienda y la arme se va revolucionando
hasta volverse un ciclótico.
Por
no constituir una población homogénea en ocupaciones, edades, clases sociales,
ni oficios, las mujeres de este colectivo pedalean no solo en las salidas de
fines de semana con amigos y familia, o en los recorridos urbanos en bicicleta que
organizan por las comunas de Bucaramanga, sino que también han hecho de la
bicicleta su principal medio de transporte, representando, ellas, un amplio espectro
de estilos de pedalear, motivaciones para su uso y formas de independencia.
Mujeres
Bici-bles cuenta con miles de seguidores en redes sociales y un historial de
eventos de casi un año. Han creado una poderosa voz y nueva presencia en la ciudad
y en la discusión pública sobre alternativas de movilidad limpias para
Bucaramanga.
¿Por qué las mujeres
deben usar la bicicleta?
Para
nadie es un secreto que el ciclismo es una práctica positiva para la salud,
individual y colectiva. Sin embargo, que las mujeres sean quienes pedalean y se
unan a estos movimientos sigue provocando cambios en la sociedad, dejando una
huella positiva en las siguientes generaciones, por ser un medio poderoso de
libertad y empoderamiento.
Ellas,
además, ejercen una tensión social muy fuerte porque quieren sentirse a salvo
en las calles y seguras de sus capacidades, lo que puede provocar cambios
socialmente significativos. El uso de la bicicleta, además, fomenta un
re-conocimiento del espacio, del cuerpo y de la autonomía y una inigualable
experiencia de libertad.
Así
también asegura Sofía López, del colectivo pro-bici Macleta, de Chile, “la
bicicleta, más que un fin en sí mismo, se convierte en un medio. Una mujer que
empieza a andar en bicicleta está más contenta, está consciente de su espacio
público y lo quiere ocupar, interactúa con otras personas, promueve el
empoderamiento y eso nos permite avanzar en justicia, porque en bicicleta somos
todos iguales y nos movemos iguales”[7].
Ahora,
la pregunta: ¿pedaleamos?
Mira el video promocional de la #RodadaDeAltura2014 (clic).
[1] André Schetino, 2009, A bicicleta, o ciclismo e as
mulheresnatransição dos séculos XIX e XX, Revista de Estudios
Femeninos. vol.17, Universidade Federal do Rio de Janeiro, pp 118
[3]
“Champion of Her Sex,” New York Sunday World, 2
February 1896, p. 10.
[4] André
Schetino, 2009, ibíd. , p 112
[5] Galeano, Eduardo. Los hijos de los días. “Julio 19”. Siglo XXI, Buenos aires,
2012 página 84.
[6] Frances Willard, 1885, A wheel
within a wheel: how I learned to ride the bicycle, Fleming H Revell
Company, New York, pp. 80.
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