"La sincronicidad entre el ciclo femenino y el de la luna también revelaba la conexión
entra la mujer y lo divino: durante su ciclo la mujer albergaba el misterio de
la vida dentro de su cuerpo y podía generar vida y asegurar el futuro de su
pueblo, lo que equivale a decir que cada mujer poseía los poderes propios del
universo: dar la vida, sustentar y crear".
MIRANDA GRAY. Luna Roja, pág. 56.
En estos meses de viaje con El Sur Bici-ble he compartido con cientos
de mujeres en diferentes pueblos, ciudades y países. Madres, hijas, hermanas, viudas,
esposas, novias, mujeres solas o acompañadas, amigas, sobrinas, niñas, adultas,
jóvenes, lesbianas, heterosexuales, bisexuales, feministas, no feministas…
Larga la lista. He aprendido de sus vidas, sus luchas, sus grietas, sus
defensas, sus sueños y sus conquistas. Escuchar y conectarnos entre mujeres es
quizás un gesto propio de la sororidad, palabra clave cuando se trata de
juntarnos y apoyarnos las unas a las otras. Conocerlas también-para-conocerme,
saber sobre sus dudas a la hora de subirse a una bici, o de viajar en una, o
las razones por las cuales una chica nunca ha pedaleado, me permite profundizar
en la relación que tenemos con la bicicleta y la manera como hemos conquistando
nuestro cuerpo y el territorio, subidas en una.
Percepciones de inseguridad, experiencias de acoso
callejero, temor de “marcar” el cuerpo con heridas y cicatrices, prejuicios
sociales como creer que sudar es “ensuciarse” o que usar el casco “despeina”,
miedos propios e infundados, traumas de accidentes en la infancia, abstención, son
solo pocas de las razones para no usar la bici. Y hay otra razón: la
menstruación, que socialmente sigue siendo un tabú, un tema con restricciones
sociales, oculto, de amplio desconocimiento y muchos prejuicios.
En las intervenciones que organizo con colectivos
pro-bici y tiendas de Specialized por donde hemos pasado Arielita y yo, siempre
surge la pregunta: Andrea, y ¿cómo haces cuando te baja la regla? Fácil: vivo
tranquilamente mis ciclos femeninos. En “esos días”, sangro, pedaleo, acampo,
me alimento igual y uso la copa menstrual, en vez de toallas o tampones.
Incluso, cuando he tenido compañeros de viaje, hablo con naturalidad sobre esto
y no lo oculto, como si se tratara de un fenómeno que me convierte, por algunos
días, en una “enferma”. ¿Cuántas veces no le escuché a las mujeres de mi casa,
a algunos exnovios, referirse al periodo como “estar mala”? Muchas. Y no, no es
malo menstruar. Ni es una enfermedad. Ni es sucio. Es un proceso natural propio
de nuestra condición femenina, que es cíclica, que no compete solamente a los
días de sangrado y que se conecta también con los ritmos naturales del universo.
Esta publicación no pretende ser un largo discurso
sobre la menstruación. Hablar, leer y conocer al respecto responde a una
iniciativa de cada mujer, con el objetivo de conocerse a sí misma y es, ante
todo, una decisión personal. Literatura al respecto, hay suficiente. En mi
caso, también he tenido que recorrer un largo camino para conocerla, aceptarla
y amarla, camino que me ha llevado a conocerme, aceptarme y amarme. Así que solo
enfatizaré en la experiencia de menstruar mientras viajo en bicicleta y,
particularmente, en los beneficios del uso de la copa menstrual.
En el viaje, no ha sido un impedimento estar en
“esos días”, y menos creo que debo quedarme quieta, o no bañarme, o bañarme
tres veces al día, o no levantarme de la cama o de mi bolsa para dormir y que
ojalá nadie me hable. No. Transcurre la vida con la misma naturalidad como baja
la regla. Incluso, creo que el día que pedaleé 135,27 kms, de Amaicha a
Cafayate al norte de Argentina, hace poco, estaba en mi segundo día de
menstruación. Tampoco quiero decir que no pasa nada. Pasa y pasa bastante. Cada
mujer sabe y reconoce qué se transforma, qué sueña, qué luna le corresponde,
qué gana y, por qué no, qué pierde en “esos días”.
En los primeros dos meses, la regla llegó puntual.
Pero, al tercer y cuarto mes, todo empezó a desajustarse. Mi ciclo menstrual se
afectó, quizás, por mis angustias existenciales: ¿de dónde voy a sacar el
dinero para seguir? ¿terminaré el viaje? ¡me siento sola! ¡extraño a mis gatas!
¡esto es difícil! ¡cuánta belleza en el mundo! ¡extraño el olor de su barba!,
etc. Se demoraba en llegar, y eso me angustiaba aún mas. Sin embargo, empecé a
creer que mi cuerpo también empezaba a acostumbrarse a una nueva rutina, la
rutina del viaje, y confíe en esa sabiduría. Así, al quinto mes, el ciclo se
reguló, con pequeños desajustes, algunas veces, de uno o dos días. Pero todo
bajo control.
LA COPA
MENSTRUAL, UNA ALTERNATIVA ECOLÓGICA Y ECONÓMICA
Al principio, fue difícil acostumbrarme a usar la
copa menstrual, viajando en bicicleta. Hoy, para mi, como la bici, es también un
instrumento de poder. La había usado siendo ciclista urbana, en unos minutos de
trayecto, pero no en horas de pedaleo. Así que, como todo, toma tiempo
acostumbrarse. Usarla también responde a un compromiso con la tierra: no genero
basura y, al sembrar mi menstruación, también abono la tierra que me sostiene.
–Andrea, has dicho, ¿sembrar la menstruación? Sí. Sembrando mi sangre agradezco
a la tierra su alimento, su siembra y su cosecha, su abundancia y generosidad.
Cuando siembro, entonces, decreto que también germine la energía creadora y
sanadora dentro de mí. Es sangre de vida, no de guerra. Es un simple ritual de
amor. Muy poderoso. Y la copa menstrual me permite recoger mi ofrenda.
Así, al usar la copa también evito desechar tanta
basura. Las toallas higiénicas contaminan el planeta y, por su composición, son
tóxicas para el cuerpo. Si hacemos cuentas, una mujer tiene entre 12 y 13
menstruaciones al año. De 4 o 6 días. Si usa toallas, desecha diariamente entre
3 y 5 toallas, o tampones. Eso multiplicado por 4, multiplicado por 12. Eso
multiplicado por los años entre la menarca y antes de la menopausia. Eso
multiplicado por el número de mujeres menstruantes en el mundo. A eso sumen
bolsitas, empaques, aplicadores… materiales que tardan mas de 200 años en
biodegradarse. Toneladas y toneladas de basura contaminante regados en el
planeta. La copa menstrual se convierte entonces en un aliado de la naturaleza.
Con una sola copa, una mujer puede recoger su sangre durante 5 a 10 años. A
todas luces, resulta mejor.
Ahora, a todos esos números del párrafo anterior, sumen
y multipliquen también el valor de cada cosa y, descubrirán, que el uso de la
copa menstrual también beneficia el bolsillo, tal cual sucede con la bici, que
no necesita inversiones en combustible, ni impuestos, y su mantenimiento es
bastante económico. Entonces, ¿por qué no usarla?
UNIÓN DE FUERZAS FEMENINAS: MAGGACUP Y MUJERES
BICI-BLES EN ARGENTINA
Como he mencionado a lo largo de esta publicación,
una herramienta útil para los días de menstruación y pedaleo es la copa
menstrual, conocida también como moon cup., o copa de luna. Y, Argentina,
cuenta con su propia marca: Maggacup.
Con todo esto, fue como llegué a conversar con las chicas
de Maggacup, con el fin de buscar alianzas entre nuestros proyectos. Maggacup
es una copa menstrual reutilizable, 100% hipoalérgica y atóxica, de uso diario,
cómoda y práctica, con un alto beneficio ecológico: para su fabricación no se
talan ni bosques ni selvas nativas. Además, por cada Maggacup que se vende, la
empresa social Cíclica, dona a la ONG Banco de Bosques un porcentaje
equivalente a 1 m2 de selva nativa para conservar los bosques a perpetuidad. Y,
contando además con el beneficio económico que, al ser la Maggacup reutilizable,
se trata de una inversión cada 10 años, para su uso, y un ahorro de dinero
importante.
Recibí una copa como donación para mi proyecto de
viaje, me convertí en mensajera y embajadora de la marca y, para las chicas que se vinculen con cada grupo de Mujeres Bici-bles,
en Argentina, cada una recibe un 15% de descuento en la compra de su copa
menstrual Maggacup. Este convenio nos ayuda, a ellas y a mí, seguir ampliando
el uso de dos objetos socialmente poderosos: la bicicleta como medio de
transporte y la copa menstrual, como alternativa de autoconocimiento y salud.
¿Cómo usar una Maggacup? Es muy fácil. Se coloca en
la vagina en los días de la menstruación para recolectar la sangre. Puede
recolectar hasta 12 horas sin que su capacidad de recepción se vea desbordada.
Y se vacía a diario, según la cantidad de flujo. Al finalizar el periodo, se
esteriliza y se guarda en su bolsa, hasta el siguiente mes.
Maggacup y Mujeres Bici-bles, invitamos a todas las
mujeres a vivir su menstruación de manera amorosa y saludable, en sintonía con
la naturaleza y con los ritmos de sus lunas.
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