A propósito de la foto que Carol Dunlop tomó a Julio
Cortázar en su bici*, por allá en los años 80, me quedé divagando sobre la
posibilidad de encontrar un punto común entre la bicicleta y la filosofía, ese
lugar donde convergen en una misma idea o cosa-en-sí y se pueda entonces
plantear una pregunta sobre la bicicleta que intenta resolverse a la luz de la
filosofía o desde la filosofía explicar un asunto de la bicicleta, en fin… Esto
ya lo había discutido con mi profesor de tesis y del tema A (Literatura y
filosofía) y el tema B (obvio, Bicicleta y Filosofía), nos quedamos con el A y en
el B nos dedicamos a pedalear y seguimos adelante. Ahora, ¿Qué es eso de ‘ciclismo
metafísico’? ¿Existe alguna cuestión metafísica sobre la bicicleta? Al
respecto, las siguiente elucubraciones.
Empecemos con las preguntas. Alfonso Castellanos, ilustre
santandereano, diría: “Desde la ciudad de Bucaramanga, alguien que escribió en
Google “cómo formular una pregunta metafísica sobre la bicicleta”, nos pregunta”…
De entre todas las opciones, motorizadas o no, ¿por qué la bicicleta? Si esta
no tiene motor, ¿cuál es entonces ese motor que impulsa nuestras piernas y nos
lleva a pedalear? ¿Cuáles los motivos? ¿Cuáles las circunstancias? ¿Cuáles los
beneficios? ¿A qué nos exponemos? Si es en bici, ¿Por qué sí? Si no es en bici,
¿Por qué no? ¿Por qué estoy escribiendo esto? No se preocupen, yo sé quién sabe
lo que usted no sabe.
Y Alfonso Castellanos también lo sabe. Y nuestros dirigentes
también lo saben pero hacen como que no los saben y por ello, estamos como estamos y siguen privilegiando el uso
del carro. Las preguntas, por su carácter subjetivo, nos llevan a infinitas
conclusiones que, dependiendo de la cuestión, pueden llegar incluso a orientar
una estrategia de promoción del uso de la bicicleta como medio alternativo de
transporte en una ciudad determinada. ¿Por qué usar la bicicleta en una ciudad
como Bucaramanga donde se prohíbe su uso? La respuesta: Podemos entonces
preguntar a los 7.500 ciclistas de recreovía, un trabajo de largo aliento. Me
quedo mejor con las divagaciones. Pura metafísica.
Sin embargo, son varios los motivos alrededor del
uso de la bicicleta, los cuales deberían estimular a más personas a desplazarse
en bici y pensar en ella como primer medio de movilidad limpia: la rapidez en
los desplazamientos, la reducción de contaminantes, el ahorro de dinero, la
salud física y mental, la conservación del medio ambiente, la producción de
energía, la capacidad asociativa y conexión con lo cercano, contribuye a la
convivencia y comunicación ciudadana, y, en el caso de Bucaramanga, la
recreación y el divertimento (estas últimas se pueden tomar como una tendencia
en aumento, un tanto distorsionada de lo que verdaderamente es el ciclismo
urbano, que ha puesto a la bicicleta de moda y nos hace ocupar el séptimo lugar
en cualesquier top 10 de América Latina).
Lo cierto del asunto es que nadie, en esta ciudad,
ha dilucidado cuáles son los motivos que rigen las decisiones de las pocas
personas que nos hemos acercado a la bicicleta como medio de transporte, y que
puede ser clave a la hora de analizar la motivación de los cambios de hábitos
en relación al entorno urbano, incluso, definir políticas que se acomoden a
esos motivos, para favorecer que las decisiones políticas en torno a la
movilidad alternativa se tomen con más seriedad y facilidad. ¡Un momento! ¿Has
dicho “decisiones políticas”? Un tema neurálgico. Esta vez, metafísica pura.
¿Por qué nos movemos en
bici? Nos
movemos en bici por la misma razón por la que preferimos una panorámica
completa del camino, sentir el viento antes que pre-fabricarlo, pedalear que
ser llevados. Nos movemos en bici porque no hemos sentido otra grata
experiencia de la libertad que la de rodar por calles censuradas y no dispuestas
para la bicicleta, porque es ella parte de la solución prohibida, porque en una
jornada podemos dar la vuelta a la ciudad y al ánimo. Nos movemos en bici
porque en esta máquina, soñada en el siglo XV por Leonardo da Vinci, nuestras
alas levantan vuelvo. En fin, nos movemos en bici porque somos conscientes de
la protección que se le debe procurar a la tierra, porque es una forma
saludable de movilidad, porque afortunadamente es un vehículo accesible y de
práctico uso. Pedaleamos entre los que conducen. Sobre el asfalto, nos
encontramos con quienes creemos en la bicicultura, porque las bicicletas son también catalizadores sociales. Es simple: nos movemos en bicicleta porque no
podemos dejar de pedalear**.
Toda esta información, útil en su simple naturaleza, puede establecer un
punto de partida y potencializar un trabajo pedagógico que estimule el uso de
la bicicleta. La pregunta, otra pregunta sí, es ahora: Si “conocemos” lo que
mueve a la gente a usar la bici, ¿será posible multiplicar este conocimiento
como antídoto contra aquellos que utilizan otros medios de transporte como el
motorizado? Los motivos fueron dichos, el efecto se replica en cada persona que
decide usar la bici no sólo de manera recreativa. El planteamiento es tan
valioso como el producto y que esto sirva para justificar, nuevamente, la
necesidad de privilegiar la movilidad alternativa.
Y,
bueno, sí. Esto no es metafísica.
*
Foto al final de la elucubración.
**
Tomado de un texto de mi autoría en una anterior publicación.